Las Naciones Unidas quieren establecer un programa de desarrollo sostenible para 2030 denominado “Agenda 2030”, que fue adoptado en 2015 por la ONU y que se aplica a todos los países del mundo.
Este programa contiene 17 objetivos:
En Francia, numerosas empresas adoptan prácticas de responsabilidad social y medioambiental (RSE) para promover el desarrollo sostenible, como EDF, que aspira a la neutralidad de carbono en 2050, o BNP Paribas, que integra los pilares económico, social y medioambiental en su estrategia. Las empresas y asociaciones comprometidas con un futuro sostenible demuestran que es posible conciliar la rentabilidad y la responsabilidad social y medioambiental. Al colaborar y adoptar prácticas sostenibles, están allanando el camino hacia una economía más verde y equitativa.
La tecnología juega un papel fundamental en la construcción de un futuro sostenible. Ofrece soluciones innovadoras, como por ejemplo en agricultura existen sensores y agricultura de precisión que permiten optimizar la producción preservando los recursos naturales, para responder a los retos medioambientales actuales, como el cambio climático, la escasez de recursos naturales y la contaminación. La tecnología es esencial para construir un futuro sostenible transformando nuestros modos de producción, consumo y gestión de recursos, promoviendo al mismo tiempo un enfoque más responsable y eficiente.
El papel de la educación es sensibilizar a los jóvenes y concienciarlos de los problemas medioambientales y de las consecuencias de nuestras acciones, animándolos a comportarse de forma más responsable. Para ello, el Estado pone en marcha iniciativas educativas, es decir, programas escolares que integran nociones de sostenibilidad y economía circular para formar una generación consciente de los problemas medioambientales. Esta iniciativa puede animar a los estudiantes a implicarse más en acciones sostenibles.